las lunas de Miranda
domingo, octubre 16, 2005
DIA EN VILASSAR
Escuchando:
My love, de
MarlangoNo me gusta el calor excesivo, se me para el cerebro y, a veces, el resto del cuerpo. De hecho creo que la estación perfecta es la primavera aunque cada vez se notan menos los cambios de estación.
Mis veranos los últimos años consistían en pasar el máximo tiempo en tierras africanas escapando de mi propia vida como del demonio con plumas y tratando de alargar la vida de artista lo máximo posible para no tener que volver a impartir clase. Me fue bien, la verdad, mientras duró. Cuatro añitos dando vueltas arriba y abajo, a veces sola, a veces acompañada. Sonrisas y lágrimas. El final del verano siempre era algo que me devolvía a tener que tomar decisiones. Vuelvo al cole, no vuelvo…?
Esta es la primera vez que repito de profe dos años seguidos voluntariamente. A veces sopla el viento y me pasa como a Mary Poppins, o como a la protagonista de la película-novela Chocolat, que siente o sabe que ya le llega el momento de marchar a otro sitio.
Mis niños, cuando les explico esto, me piden que no los deje a mitad camino, que tengo que llegar hasta el final. Ya veremos… el viento sopla fuerte cuando llega el otoño, aunque el viento de Chocolat era viento de Carnaval.
Esta vez tuve un verano tranquilo, de vacaciones, sin más complicaciones que encontrarme con el rey de Marruecos en Tetuan. Lo previsible, vaya…
Y llevo unos días con una añoranza absoluta de horas al sol, de helados en terrazas, de aventuras de chiringuito, de verbenas de pueblo, de crema bronceadora, de ocio, de levantarse sin despertador, de ir a dormir por gusto. No es por el frío, ni por la lluvia, ni por sacar las mantas del armario, ni porque se haga de noche más pronto. Es bello el otoño, me gusta. Pero es que me muero de ganas de estirarme al sol como las lagartijas y meterme en el agua como los garbanzos y que se me llenen los pies de arena y la boca de helado. Incluso se me ha pasado por la cabeza cambiar de hemisferio estas navidades, buscando el verano.
Pero mientras tanto, he llamado por teléfono a Desiré que estaba también ansiosa de playa y nos hemos ido a comer a Vilassar, a nuestro restaurante de siempre. El dia hoy ha quedado precioso, azul y cálido. Se celebrababa un festival de marionetas y estaba todo lleno de niños felices y de papas y mamas disfrutando del espectáculo de un actor que jugaba con un diábolo, de un teatro en miniatura, de un esqueleto que bailaba… Hace unos días una compañera de trabajo que a penas me conoce se me quedó mirando y me soltó de golpe que ella no me veía dando clase, que me veía haciendo un casting teatral. Prometo que en aquel momento solo me estaba tomando un te. Pero el resto de compañeros corroboraron la idea. La verdad es que cuando veía el esqueleto bailando al lado del teatrillo en miniatura me parecía máss divertido que lo que me encontraré mañana en el instituto. Y eso que en el instituto me lo pasó de maravilla. Pero es que el viento de otoño, y el verano lejano, y mis pies inquietos…
Hemos paseado por el pueblo, por la calles lindas y tranquilas de nuestra memoria, y nos hemos regalado un pastelito de trufa y nata en la pastelería de siempre. Cuando ya bajábamos a pasear por la orilla del mar nos hemos encontrado con Klaus y Marta. Besos y abrazos y explicarnos cosas. Aunque nos hablamos de vez en cuando por diferentes vías siempre es una alegría grande verlos en persona.
De vuelta a Barcelona hemos visto un cartel que anunciaba un desfile de perros la semana que viene y nos íbamos riendo mientras imáginabamos los perros vestidos y peinado desfilando por las calles de Vilassar al ritmo de una conga veraniega.
También hemos echado un ojo a las viviendas que estan en venta pero sigo sin encontrar mi casita de turrón.
Escrito por nimue ::
21:36 ::
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