las lunas de Miranda
domingo, septiembre 25, 2005
ordenando el caos
escuchando:
Life, de
Des'reeHabía una vez una niña que tenía un gran caos interior y tres hadas madrinas. Como la niña no era princesa sino bailarina pagana y trotamundos sus tres hadas madrinas no le dieron ningún don cuando nació. Ni siquiera la conocieron cuando nació sino que se las encontró por el camino. La primera de ellas esperaba que la niña le explicara cosas. Con más paciencia que tigre en selva, con más calma que pájaro en rama, aquella hada simpática y buena y un poco francesa iba sacando las palabras con cucharita de postre y ayudando a la niña a colocarlas en sus estanterías. La niña era cabezota y un poquito muda en ocasiones. La mayoría de las veces es que ni siquiera sabía qué decir, solo veía mucho desorden pero no sabía por donde empezar y así fue como se encontró con otra hada simpática y buena, amiga de la primera.
La segunda se ocupaba de explicarle historias a la niña, historias de su propia vida que a veces ni siquiera ella recordaba o que nunca le había contado a nadie. La segunda hada, simpática, buena y un poquito vasca, le explicaba su vida y luego la niña confirmaba la història entre lagrimones gordos y sorprendidos. Por qué carajos me dices esto… pero como a la niña le parecía recordar que ya había escuchado la historia hacía mucho tiempo y que se le había olvidado a saber en qué curva del desorden intentaba hacerle caso a las hadas madrinas.
La de cosas que tiene que hacer una bailarina trotamundos para poner orden en las estanterías… la de trastos que se encuentra…
Un día resultó que tenía que encontrarse con la tercera hada que era un señor alto y simpático y un poco colombiano. Esta tercera hada hablaba siempre para mucha gente y decía cosas muy interesantes que le servían a la niña para darse cuentas de la cantidad de estanterías que le quedaban todavía por ordenar. La sensación era muy extraña. Por una parte a ella le parecía que todas aquellas palabras eran lo único que tenían sentido en la vida pero como luego no se aclaraba a ordenarlas y a hacer algo útil con ellas se enfadaba consigo misma y le entraban ganas de marcharse al desierto con un camello y esconderse detrás de una duna para siempre, como había hecho otras veces.
La tercera hada hablaba para mucha gente pero también les acogía de uno en uno y a cada uno le decía lo que tenía que decirle, ni más ni menos. A la niña siempre le costaba mucho acercarse al hada por una serie de razones que ahora no vienen al caso. Siempre se lo pensaba demasiado y al final nunca se acercaba. Un día por fin no lo pensó tanto y se acercó para pedirle consejo sobre algunas cosas que la tenían muy fuera de lugar desde hacía un tiempo. Era la primera vez que hablaba con él de esta manera. Tu mayor bendición es tu mayor castigo. A la niña le rodaron los lagrimones como siempre y ya un poco más tranquila le siguió preguntando y él le dijo cosas que tenían que ver con el amor y con la música y con la literatura y sobre alguna otra cosa que la bailarina caótica y trotamundos preferia no explicar en voz muy alta porque a pesar de todo no era tan exhibicionista. Cosas que él no podía saber porque ella no se las había explicado… claro, pero es que era un hada padrino, recordó la niña entonces y suspiró aliviada porque todo el mundo sabe que en el mundo de las hadas madrinas y padrinos todo sucece al mismo tiempo y en el mismo sitio y otras cosas todavía más curiosas…
Después de aquella charla volvió a casa, cocino un pastel, bailo un poco, escribió un cuento y preparó el trabajo del día siguiente.
El caos? El caos continuaba, claro… y los lagrimones seguian rodando mientras se comía el rico pastel, pero al fondo a la derecha le parecía que a lo mejor había una puerta medio abierta.
Y como era muy curiosa pensó que a lo mejor iba a ver lo que encontraba al otro lado…
Escrito por nimue ::
20:11 ::
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