las lunas de Miranda

martes, agosto 01, 2006

AMIGO LOBO




Siempre he tenido la sensación de estar atravesando cosas.
Una vez me hice una herida fea en la cabeza intentando atravesar un espejo enorme porque quería escaparme de alguna cosa. Cuando las cosas han funcionado de manera irregular me ha dado por atravesar desiertos y algun bosque. He atravesado mares, calles, alguna ventana. He ido a través de ojos, a traves de manos, a traves de páginas.
He atravesado ideas preconcebidas y postconcebidas, fantasmas y dilemas, inseguridades y certezas. He atravesado miedos suficientes como para reconocerlos cuando llegan. Nos reconocemos, nos miramos, nos retamos. A ver quién puede más.

Hubo bosques difíciles y supe que debía hacerme amiga del lobo. Odié a los cazadores y a los leñadores, según la versión. No recuerdo el golpe de Estado del 81 porque tenía 6 años pero sí que lloré cuando murió Felix Rodriguez de la Fuente aunque pasó un año antes. Supe que tenía que hacerme amiga del lobo porque sabía que algún día las brujas me secuestrarían. También sabía que conseguiría escapar porque era infinitamente más lista que ellas y además era amiga del lobo. Después alguien de mi gineceo familiar me presentó a las brujas buenas y algunas cosas cambiaron.

Hoy Car y yo hemos bajado a la playa pero hemos estado poco rato porque nos hemos encontrado con un acosador un poco lamentable. Le hemos tirado arena a la cara y nos hemos ido a almorzar. Hemos hablado de todo lo que se supone que debería asustarnos por diversas circunstancias y sin saber muy bien cómo (o sí…) hemos llegado a la conclusión de que es precisamente todo eso lo que nos convierte en personas afortunadas. Tenemos una gran habilidad para darles una patada en el culete a los conflictos. Para qué negarlo. El lobo es nuestro colega y nos comemos a las brujas malas con patatas.

Josep y yo nos conocimos con la mayoría de edad recien estrenada en la facultad de filología. Le recuerdo perfectamente porque siempre recuerdo muy bien la primera vez que veo a alguien a quien sé que voy a querer. Tenía el pelo largo y cara de travieso y empezamos a compartir millones de cosas. A él le gustaba la sintaxis que a mi me aburría mortalmente. Yo prefería escuchar historietas de señores medievales. Le dediqué mi segundo libro publicado y le quise para siempre. Ayer hablamos porque su madre se ha muerto. La recuerdo mirando el Montgó desde la cocina de su casa. Tenía 54 años. Desde el punto de vista filosófico entiendo su muerte. Desde el punto de vista de la tristeza de mi amigo, no. Ayer hablamos y nos sentimos desorientados. Como si atravesáramos un bosque con los ojos cerrados.

Escrito por nimue :: 22:12 ::
---------------oOo---------------