las lunas de Miranda

miércoles, julio 05, 2006

UNA DE CAL Y UNA DE ARENA

diane ethier


El curso de mitología que he tenido que hacer estos dos días no solo no me ha defraudado sino que me ha entusiasmado. Me lo he pasado más que bien y he aprendido muchas cosas nuevas y bonitas. Algunas me ha venido bien recordarlas y otras no las conocía y me han sabido a poco. Recordar cuánto me gustan los griegos, los mesopotamicos y los egipcios, la noble mentira de Platón, la arquitectura cósmica de Babilonia, el poder terapéutico y curativo de los mitos y los cuentos (que me van a explicar…), los dioses-peces rebelándose contra los dioses del viento y del agua, todos los diluvios universales de nuestro inconsciente colectivo, la deliciosa Isis (la más mejor de las diosas, por supuesto), les rondalles mallorquines de mossen Alcover, Jung, Ovidio, Eros y Psique, el palacio de Gundosforo, los viajes de Ulises, Blancanieves y la Cenicienta y la fantástica clasificacion de todos los cuentos del mundo de Aarne-Thompson, Roma y su panteón redondo, el extraordinario capítulo XI del Asno de Oro de Apuleyo… Tengo la parte del cerebro que se dedica a imaginar sobreestimulada.

Además he compartido cena y paseo marítimo con Gemma, nos hemos contado nuestras cositas, me ha dado la postal de despedida que me firmaron unos cuantos profes del instituto y que no pude recoger porque el último día no fui y que me ha gustado mucho. Vilanova está llenísima de gente, ya sé donde está la famosa vaca de la playa, y en nuestro restaurante habitual tuvimos muchas risas con la camarera que insistió en invitarnos a chupito de mora.

Por otra parte me he pasado los dos días bastante incomunicada a nivel de medios de comunicación. Así que cuando ayer empecé a recibir mensajes de personas muy queridas pero de las que hace tiempo que no sé nada, como las compañeras de piso de cuando estudiaba en Marruecos que están en Sevilla, me extrañó un poco y más cuando se interesaban por mi estado después de un accidente del que yo no tenía demasiadas noticias. Rafa ya me había comentado algo cuando me llamó a la hora de comer pero el metro de Valencia es un deporte de riesgo en general, los accidentes pasan de manera demasiado normal y no sabíamos todavía de qué iba la cosa. Después sí. Me enteré. Localizé a familiares y amistades. Todos bien por los pelos. El tren accidentado es el que cogemos todos habitualmente, el que va desde la puerta de casa de mi madre a casi todas partes. Me conozco las curvas, los vaivenes y los sustos como la palma de mi mano y casi la mitad de las personas que han muerto son de mi pueblo. Nunca sabemos a qué distancia está la muerte. Lo que me extraña es que no pasen más cosas y que esto no haya pasado antes. Pero ahora no es el momento de más comentarios.

Escrito por nimue :: 00:04 ::
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