las lunas de Miranda

lunes, mayo 08, 2006

EN EL TRAPECIO

michael parkes


Copularon en el trapecio.

Era la condición que la trapecista le había puesto al malabarista porque la tierra plana le daba vértigo.

Cuando no volaba, bailaba.
Cuando no dormía, volaba.

Quizás no volverá a pasar… comentaba el malabarista cada día que pasaban en lo alto del trapecio.

Quizás… repetía la trapecista aferrándose al instante.

Ni el hombre bala, ni el enmascarado vengador, ni el percusionista fugitivo, ni el pirata infantil, ni el repartidor de naranjas, ni el jardinero del palacio… quizás no volvería a pasar decían siempre que volvía a pasar. Desde lo alto del trapecio, cuando la vista se perdía en los vacíos sin red.

Lo que nadie veía es que ella siempre sonreía porque a cada salto mortal entendía que aquello era como los cuentos del desierto, como los cuentos donde el heroe sobrevive a todas las pruebas de los demonios malvados hasta llegar al tesoro.

No es para siempre… repetía ella, repetía él entre sonrisas y abrazos.

Para siempre es mucho tiempo.

Siempre es solamente ahora. Cada instante, cada ahora.

No parecía Marraquesh. Ni siquiera Al-Fayum.

Pero la trapecista volaba a cada instante. Libre.

Escrito por nimue :: 21:47 ::
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