las lunas de Miranda
lunes, febrero 27, 2006
DESPUÉS DE ESQUIAR
La nieve es extraña, muy extraña… bonita y extraña.
El paisaje nevado me da la sensación de invitar al silencio, a la contemplación, a buscar un abrigo más gordo, a meterse debajo de la manta.
Invita al silencio hasta que llegas a las pistas, te pones los esquís y te lanzas de cabeza por la primera pendiente que encuentras. Si además tus esquís no llevan frenos, se acabó el silencio definitivamente. Pero no la belleza. Bonita y extraña.
Me he reído como una loca en mi primera vez
esquiando. Once personas y dos novatas que nos hemos sentido muy cuidadas. La sensación de deslizarse sobre los esquís es alucinante, la sensación clarísima de que te vas a caer de morros también. Es un estado de resignación, de pensar "si me resisto va a ser peor" y dejarse caer lo más dignamente posible. En fin, he comido mucha nieve, he llenado de arañazos y moratones a una de las personas del grupo que hacía de monitor, he tenido algún fuera pista memorable (como no frenaba me lancé contra la cuerda que marcaba la pista con la esperanza de rebotar. Me comí la cuerda, me salí de la pista y me rebocé en la nieve), la frase que más he oído en estos días es "frena, frena!".
El concepto telesilla es genial! Me hubiera pasado la horas dando vueltas por las alturas! La comida del hotel buenísima hasta para mí, la compañía de lujo, partidas de ping-pong y de futbolín nocturnas, meriendas de chocolate… me quedé afónica y ahora mismo estoy sin voz, además me hice un poco de daño en una rodilla en una caída especialmente aparatosa. Mi compañera de bajada (que me salvó de caer por un barranco, por cierto) y yo caímos una encima de la otra y nos hicimos un nudo precioso que no podíamos deshacer. Vino un chico la mar de mono a ayudarnos, jeje... y yo me fastidié la rodilla.
Ayer esquié más bien poco porque me dolía la rodilla y además nevaba mucho. Una pena, porque el sábado tuvimos un sol fantástico. Pero bueno, con la excusa de la nevada nos dimos un banquete impresionte a mediodía.
Conclusión, esquiar es raro y bonito. Sigo pensando que la nieve no es lo mío, que prefiero ir a la playa mil veces y que haga calor pero ir a esquiar tiene un cierto encanto. Anoche cerraba los ojos y todavía tenía la sensación de ir bajando con los esquís. Curiosamente en mis sueños se me da mejor lo de frenar…
La próxima vez a por la rojas! Que digo rojas… a por las negras!
Escrito por nimue ::
17:27 ::
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